MATILDE CANTOS FERNANDEZ (1898-1987)



Quiero dedicar estas líneas a una luchadora incansable de su tiempo en pro de los derechos civiles de las personas en general y de las mujeres en particular. 




MATILDE CANTOS FERNANDEZ



Rendido homenaje se le hizo el verano del 2009 cuando abrió sus rastrillos por primera vez el centro de inserción social de Granada, poniéndole su nombre, en la provincia que la vió nacer (Fuentevaqueros, 1898-1987).




Fué una avanzada de su tiempo, yendose a vivir junto a su novio, nadando a contracorriente ya que no quiso casarse antes con él. Una vez casados perdió a sus dos hijos, un drama personal que le hizo despertar sus inquietudes intelectuales. De este modo, pide la separación a su entonces marido y se dirige, en 1928, a Madrid. 

Pudo haberlo tenido todo desde la cuna, ya que nación en una familia acomodada, pero una vez en la capital de España quiso valerse por sí mima y de este modo pasó a formar parte de la vida de las prisiones españolas, ingresando en la primera promoción del recién creado cuerpo de la Sección femenina auxiliar de Prisiones. 

Desde su llegada a Madrid desplegó una intensa actividad propagandística en favor de la libertad y de la democracia. Se afilió al PSOE, mantuvo una estrecha colaboración con la que era en aquellos entonces la directora general Victoria Kent y en 1933 se integró en el Comité Nacional de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, organización feminista y popular de inspiración comunista que presidía Dolores Ibarruri La Pasionaria. 

Así mismo, iniciada la guerra civil Alberti y Miguel Hernández la llamaron para que participara en actividades. Apoyó a las tropas del frente lo largo de la guerra, si bien en ocasiones sufrió los mismos avatares que el Gobierno, con traslados a Valencia y Barcelona.



En 1937 encabezó la delegación del PSOE en el Congreso Mundial de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, celebrado en París. En Barcelona y en 1938 fue nombrada inspectora general de prisiones y directora del instituto de estudios penales.

En 1939 se produce el derrocamiento de la segunda república, con el exilio de miles de personas y entre ellas Matilde. Tras pasar unos pocos años en algunas ciudades de Francia, se ve obligada a cambiar de país de exilio al entrar las tropas alemanas en suelo galo. Elige Méjico, pese a la invitación de su compatriota Pablo Neruda de establecerse en Chile. Cuando llega a Veracruz nuevamente tiene que rehacer su vida, ya que no le queda nada. En un primer momento decide escribir artículos para la prensa, pero nadie, ni siquiera españoles, le brindaron ayuda alguna, negándole una máquina de escribir e invitándole a que en su lugar pidiera una máquina de coser.



Posteriormente consigue trabajar para la secretaría de gobernación de Méjico como trabajadora social y conforme fué avanzando el tiempo pudo desarrollar su lado periodístico en Revistas como Población o Conficencias. 
Durante su exilio formó junto a otros exiliados andaiuces el Centro Andaluz de Méjico y el club Maria Pineda. También formó parte de la Unión de Mujeres Españolas, en beneficio de los presos políticos que quedaban en España.

Una vez jubilada desea volver a España, pero en enésímas ocasiones le deniegan el permiso. En 1968 decide volver aún sin permiso, por lo que es detenida una vez en suelo español. Ya puesta en libertad regresa a Granada, pero con su padre ya fallecido y el patrimonio de su familia resuelto por el régimen de Franco.

Tenía 70 años pero no cesó en su actividad social, política e intelectual. Se movió en las esferas de la clandestinidad y tuvo una vida activa, formando parte de asociaciones para poder encauzar su compromiso político con la democracia y la autonomía andaluza. A Matilde le ofrecieron ir en las listas para el Congreso y el Senado, como a otros exiliados. Pero rechazó toda propuesta "porque era el tiempo de los jóvenes".


*Imágenes descargadas de: 1.MOSTOLES.ES/ 2. IDEAL.ES/ 3. GRANADAHOY.COM/ 4. ANTONIOLARARAMOS.BLOGSPOT.COM

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